Eliane
La planificación de tareas es una parte vital de cualquier proyecto empresarial, pero muy a menudo no se completa para obtener el máximo beneficio, lo que hace que los gerentes sean menos efectivos personalmente de lo que deberían ser. Se estima que más del 70 por ciento de los proyectos que se emprenden para mejorar un aspecto del negocio no se cumplen en alguna área debido a una planificación incompleta.
Este déficit se puede atribuir a muchas cosas, pero hay algunos temas recurrentes, como centrarse en hacer ahorros en lugar de comprender los beneficios a largo plazo de algunas inversiones; poner demasiado énfasis en un resultado real, que como plan independiente tiene poco efecto en general; y no tener una estructura real para asegurarse de que se pueda realizar un plan.
Muy a menudo, se piensa que un proyecto está completo cuando se ha logrado el objetivo inicial, pero la mayoría de las veces, solo es posible darse cuenta de cómo un plan beneficia a una empresa a lo largo del tiempo. Esto significa que la planificación debe tener en cuenta esto y tener una estrategia a largo plazo. Esto no es algo que deba hacerse cuando resulta obvio que el objetivo original se ha desarrollado de formas que no se anticiparon; en cambio, cualquier desarrollo potencial debe ser considerado y contabilizado en las primeras etapas de la planificación.
Si se hace esto, habrá pocas sorpresas y un gerente puede darse cuenta de una efectividad más personal que el gerente que comienza teniendo éxito y luego se tambalea cuando el objetivo original cobra vida propia. Entonces, no es solo un caso de planificación de tareas, sino una planificación integral de tareas para que un gerente pueda ser personalmente efectivo. La estructura y la claridad deben estar presentes desde el principio para que los beneficios de cualquier proyecto se puedan identificar y maximizar.