Los estímulos internos se refieren a una variedad de pensamientos, emociones y sentimientos que determinan la forma en que actuamos y nos comportamos. Sin expresiones físicas reales, los estímulos internos son difíciles de precisar y no tienen ejemplos obvios, lo que estimula a una persona puede no tener efecto en otra. Los estimulantes externos son obvios como el olfato, el gusto, la iluminación y el sonido, mientras que los estímulos internos cubren una amplia gama de emociones y sentimientos.
La forma en que la mente reacciona a los eventos y los recuerdos es un área de estudio fascinante sin respuestas verdaderas correctas o incorrectas. La estructura emocional de las personas es única, con escenarios similares que probablemente provoquen entusiasmo en algunas personas y preocupación en otras. La reacción de cada individuo se rige por una gran cantidad de eventos y está en constante evolución en función de las experiencias.
Si bien las reacciones a los estimulantes externos son fáciles de controlar y medir, es mucho más difícil observar los estímulos internos. Determinar la importancia y el efecto de los eventos pasados es una habilidad precisa, pero se puede resolver en gran medida mediante el estudio de las reacciones pasadas.
Que se le ofrezca la oportunidad de ir en una gran rueda o en un gran balde en un recinto ferial puede proporcionar dos reacciones muy diferentes a pesar de que la opción en la superficie sea exactamente la misma. Es probable que alguien que haya tenido una mala experiencia en el pasado esté preocupado o reservado, mientras que una persona que haya disfrutado de un viaje similar reaccionará de manera completamente diferente. Al examinar y cuestionar a dos personas que reaccionan de manera diferente, comenzará a comprender los factores internos que se unen para conformar la forma en que dos personas reaccionan de manera diferente ante un mismo escenario.