El coautor del libro de Trump "El arte del trato", y el autor de su reciente biografía "La verdad sobre Trump", coincidieron en un artículo reciente en que la vanidad de Trump es tan frágil como enorme. Tiene una piel muy fina; sus rabiosos berrinches se están convirtiendo en leyenda en la WH, ya que Trump simplemente tiene tolerancia cero para las críticas o el disenso en cualquier forma, y absolutamente requiere caricias y tranquilidad para apuntalar su pesado ego por quienes lo rodean. Todos hemos oído hablar de sus demandas de lealtad absoluta por parte de sus designados, similar a un jefe de la mafia. Sin duda por qué el nepotismo es tan visible (y el caos tan común) en su WH.
Twitter es la salida conveniente, y creo que cobardemente, para su comportamiento punk. En esto, vemos el peor caso de cómo las redes sociales pueden imponer disfunciones en nuestra sociedad.
¿No es este el comportamiento típico de un mocoso con exceso de derechos? ¿Cómo podemos demostrar que Trump no lo es?
En mi opinión, este (el principal entre tantos otros ejemplos que podemos citar) no es una cualidad deseable de un líder, y mucho menos un rasgo loable de un ser humano adulto. La tiranía ha surgido de menos. Trump se está quedando sin lacayos dispuestos (o despiadados) para jugar en su equipo. Como gran parte de los otros fracasos en su breve administración, es su culpa, aunque nunca lo verá como tal.