Bueno, podían ir a la cabina, donde los gallos con garras de hierro pegadas a las garras se despedazaban entre sí, o ir al foso de los osos, donde el oso, después de haberle extraído los dientes y las garras, era arrojado al interior. el foso, donde tres mastines lo harían pedazos, o, si REALMENTE deseaba divertirse, podía dejar escapar que su vecino era católico romano y sentarse a disfrutar de las divertidísimas payasadas, mientras él trataba de escapar de la despiadada persecución. de, no solo de él, sino de toda su familia, amigos y cómplices, ¡hasta que terminó pateando en el extremo equivocado de la horca! ¡Qué divertido!