Tengo que darles a todas estas respuestas un ¡Wow! Qué grupo de padres maravillosos hay ahí fuera. Iba a la escuela por las noches y mi mamá tenía el hábito de dejar que mi hijo durmiera con ella, por lo que era un hábito difícil de romper. El mejor momento que tuve fue Mecedora, mi madre y yo teníamos mecedoras idénticas, y las usamos diligentemente para calmar y consolar a mi hijo. De hecho, cuando se caía y se lastimaba y estábamos ocupados en la cocina, se metía en la mecedora, se mecía y decía que estaba bien R-- J--, su (apodo). Mecerse, cuando estaba cansado siempre funcionaba, a veces con un pequeño tarareo o una canción de cuna. A medida que crecía, hacía la historia antes de acostarse, y eso lo dormía porque alargaba esas historias.