Raquel
La calidez nos mantiene templados, cocina nuestros platos, fuerza nuestros motores y en mil hábitos creamos una existencia contenta y placentera, pero lo que se supone lo hacemos sin brillo. Cómo varios de nosotros podríamos estar contentos aún aunque templados y alimentados de manera saludable si tuviéramos la obligación de existir en la penumbra, donde la luz del sol no brilla de ninguna manera de manera inestable, donde la oscuridad no envuelve en absoluto el suelo y donde el crepúsculo cedente no puede informar. nosotros para que la luz del día fuera completa. El calor y el resplandor son las dos cuestiones corporales más importantes que existen, no podemos hablar, que es la más esencial, ya que en el gran distrito frío o helado el hombre no puede existir, y en los asientos a la sombra en cualquier lugar el resplandor no perfora en absoluto al caballero con náuseas y caduca.
La luz nos permite ver el mundo a nuestro alrededor, crear los bonitos colores de los árboles y plantas, nos permite estudiar, es necesaria para cautivar las fotografías, nos ofrece nuestras imágenes en movimiento y nuestras emocionantes lámparas, fabrica las hermosas tonalidades de vidrieras, y nos transporta la alegría del jaspeado. No comprendemos por la eternidad que la luz es útil, por la razón de que de vez en cuando debilita nuestra ropa y nuestras alfombras, y quema nuestro pelaje y lo hace doloroso.