Ramon
Este viejo dicho, que hoy en día sólo se usa irónicamente, si es que se usa, se toma en serio en la fábula del ladrón y su madre. Un niño les robó dulces a sus compañeros de escuela; su madre se enteró y no lo golpeó ni siquiera lo regañó. Más tarde robó dinero; de nuevo, ella no dijo nada.
Cuando el niño creció, se convirtió en un ladrón profesional. Al final fue capturado y condenado a la horca. Mientras estaba en la horca, vio a su madre llorando entre la multitud. Pidió permiso para hablar con ella antes de morir y la llevaron a la horca. Se inclinó hacia ella como para susurrarle al oído, y luego de repente la agarró y le mordió la oreja de inmediato. Ella gritó de dolor; el ladrón fue inmovilizado. Mientras la cuerda le rodeaba el cuello, gritó: "Madre, me has matado; porque si me hubieras golpeado cuando era más joven, nunca me habría convertido en un ladrón".