Easter es una pequeña isla a 2.000 millas de la costa oeste de América del Sur, a 1.250 millas de la tierra habitable más cercana de la isla Pitcairn. Es famoso por sus más de 900 gigantescas cabezas de piedra, que pesan hasta 200 toneladas, y por su abandono por parte de los humanos.
Por qué se abandonó la Isla de Pascua
Pascua fue una de las últimas islas polinesias en ser habitada. En su apogeo, la población era de solo 7.000 habitantes, en parte controlada por el hecho de que la única agua dulce provenía de los lagos dentro de volcanes extintos. Debido a su lejanía, la isla tenía solo unas pocas plantas y animales autóctonos para la alimentación de los humanos.
Cuando los primeros europeos visitaron la isla en el siglo XVIII, la población se había reducido a solo unos pocos cientos de personas y estaba casi completamente desprovista de árboles. Sin embargo, el análisis de los tipos de polen ha demostrado que en el momento de su asentamiento inicial, la Isla de Pascua tenía una densa cubierta vegetal.
Los arqueólogos han reconstruido las razones del colapso de la sociedad.
A medida que la población aumentó lentamente, se talaron árboles para proporcionar claros para la agricultura; combustible para calentar y cocinar; material de construcción para artículos domésticos y casas de postes y paja; y canoas para pescar.
Se necesitaban árboles de gran circunferencia como rodillos para trasladar las grandes estatuas de canteras distantes a lugares ceremoniales. La necesidad de rodillos de árboles aumentó a medida que crecía la competencia entre clanes para erigir estatuas. Para 1600, la isla estaba casi completamente deforestada y la construcción de estatuas se detuvo, dejando muchas imágenes varadas en la cantera.
Después de 1500, la escasez de árboles había obligado a muchas personas a vivir en cuevas o refugios de piedra excavados en las laderas. Ya no se podían construir canoas y solo se podían hacer botes de juncos incapaces de realizar largos viajes. La pesca también era más difícil porque se habían hecho redes con la morera de papel, que también se convertía en ropa. La eliminación de la cubierta arbórea también afectó gravemente a los nutrientes de los cultivos. La vida humana ya no podía sostenerse.
El colapso de la civilización de la Isla de Pascua se presenta como el principal ejemplo de un desastre ecológico provocado por el hombre, y una lección para los humanos modernos sobre los peligros de la deforestación desenfrenada.