La mayoría de la gente es consciente de que romper un espejo conlleva una sentencia de 7 años de mala suerte. Esto se remonta a los romanos que fueron los primeros en hacer espejos de vidrio. Tenían la creencia (al igual que los chinos, africanos, indios y griegos) de que cualquier distorsión de la imagen de uno podía significar una corrupción del alma. Si un espejo se rompiera, el reflejo o el alma quedarían atrapados en el "mundo" del espejo. Entonces, el alma quebrantada conduciría a la salud quebrantada. Mucha gente todavía cree, como lo hicieron los romanos, que el cuerpo humano experimenta una especie de renovación cada siete años. Por lo tanto, el efecto del espejo roto duraría hasta que el alma se hubiera restaurado por completo.
Existe la teoría de que se puede hacer penitencia para contrarrestar la negatividad que produce la rotura del espejo. Los rituales involucrados incluyen moler todo el espejo hasta convertirlo en polvo, lo que elimina la posibilidad de que quede algún reflejo. Algunos creen que enterrar las piezas rotas del espejo a la luz de la luna llena, debajo de un árbol, será suficiente. Los esclavos africanos en los Estados Unidos colocarían los pedazos de espejo en un río que fluía hacia el sur.