Los médicos suelen diagnosticar la existencia de una lesión renal cuando hay antecedentes claros de impacto en la región lumbar o cuando detectan una herida abierta en esa zona. De todos modos, lo más importante es hacer una valoración del daño y las consecuencias del trauma, clave para determinar el punto de actuación terapéutico adecuado. Para ello se deben realizar exámenes radiológicos y ecográficos y, en algunos casos, una tomografía computarizada. En ocasiones, el paciente debe ser hospitalizado hasta obtener los resultados de la prueba, porque antes estos no siempre pueden determinar con precisión la gravedad de la situación.
La lesión renal leve no requiere un tratamiento especial además de la administración de analgésicos para aliviar el dolor, y reposo para favorecer la rápida curación de las lesiones. En lesiones moderadas y graves, teniendo en cuenta que es necesario vigilar el funcionamiento de los riñones y resolver cualquier problema inmediato, es costumbre hospitalizar al paciente para vigilancia. En algunos casos, especialmente en traumatismos graves, puede ser necesario utilizar varios tipos de técnicas quirúrgicas para reparar los tejidos dañados y / o extraer hematomas o coágulos de sangre formados dentro o fuera del riñón. A veces, la cirugía es una situación de emergencia que puede depender del funcionamiento futuro de los riñones y de la vida del paciente.
Fuente: riñóndisease111.blogspot.ro/