
Al crecer, solía emocionarme tanto con mi cumpleaños, ya que sabía que 'todo vale' y ¡sería un malcriado! Pero mirando qué tradiciones teníamos, qué hacíamos todos los años sin falta. Yo diría que siempre


Me sujetaron de las manos y los pies y me lanzaron al aire (sin soltarme) y poco a poco me dejaron en el suelo para volver a hacerlo. ¡Tuviste un golpe por cada año y, por supuesto, uno para la suerte! Me encantó, me daría un ataque de risa. Desafortunadamente, llegó un momento en el que estaba demasiado pesado para continuar con esta tradición, seré honesto, estaba bastante molesto.
Sin embargo, pregunté a mis 30 años si podía tener los golpes y, para mi sorpresa, mi papá dijo que sí (¡esta vez también contó con la ayuda de mi esposo!) Estaba tan feliz y en ese momento me trajo muchos felices recuerdos de las fiestas de la infancia.

¡Fue asombroso!