Tracy
La piel es la primera línea de defensa del cuerpo. Actúa como barrera física. Cuando hay roturas en esta barrera, como cortes o llagas, el cuerpo reacciona para producir coágulos de sangre y una malla de tejido fibroso. De este modo, se bloquea la abertura, lo que evita que los gérmenes que pueden causar enfermedades ingresen al cuerpo. Un mecanismo defensivo importante que involucra a la sangre es la coagulación.
A veces, estos invasores traspasan esta primera línea de defensa y entran en el cuerpo. Algunos glóbulos blancos, llamados fagocitos, salen de la sangre y se dirigen a las áreas infectadas. Allí rodean a los microorganismos invasores, matándolos y eliminándolos del cuerpo antes de que puedan causar enfermedades. Esta es nuestra segunda línea de defensa.
Los fagocitos pueden hacer frente a cualquier pequeña invasión inespecífica de patógenos. Si entran patógenos específicos más peligrosos, entonces se activa una respuesta inmune. Otro tipo de glóbulo blanco llamado linfocito que produce anticuerpos para atacar, desarmar, destruir y eliminar estos cuerpos extraños. Cualquier cuerpo que sea extraño o diferente y cause la formación de anticuerpos se denomina antígeno. Esta es nuestra tercera línea de defensa.
Cuando antígenos como el virus del sarampión ingresan al cuerpo, los linfocitos los reconocen y comienzan a producir anticuerpos específicos a gran escala para destruir los virus. La respuesta inmune es muy específica: solo se producen anticuerpos para ese antígeno en particular.