La mayoría de los personajes de ficción tienen algún tipo de peculiaridad que probablemente terminaría en un divorcio. O eso o me dispararían con un rayo láser en lugar de ellos si fueran superhéroes o en una película de acción.
No es ficticio, pero me gustaría casarme con Salomé.
No, no es porque sea la stripper más famosa de la historia. Después de que se corriera la voz en el vecindario sobre lo que le hizo a Juan el Bautista, nunca más tendría que aguantar a los mormones o Jay Dubs llamando a mi puerta.