Cuando tenía 6 años, mis mejores amigas (que eran niñas) decidieron que deberíamos ir a tomar un refresco juntas, y las tres nos vestimos igual. Por supuesto que me vieron usando bragas, y luego mi mamá lo hizo.
Me preguntó si me gustaban y admití que sí. Ciertamente eran más bonitas y se sentían mejor que la ropa interior de los chicos que había estado usando. Le dije que quería más, así que después de eso empezó a comprarme bragas.