El último ahorcamiento en Gran Bretaña fue el de los asesinos condenados por la muerte injusta de John Alan West en 1964. Peter Anthony Allen fue ahorcado en la prisión de Walton en Liverpool y Gwynne Owen Evans en la prisión de Strangeways en Manchester. Robert Leslie Stewart y Harry Allen fueron los verdugos que llevaron a cabo estas, la última de las ejecuciones de Gran Bretaña de esta manera.
Sin embargo, Ruth Ellis fue la última mujer ahorcada en Gran Bretaña en el año 1955 por el verdugo Albert Pierrepoint, conocido en toda Inglaterra durante la mayor parte del siglo XX.
Justo después del último ahorcamiento, al año siguiente, 1965, el Parlamento aprobó la Ley de Asesinatos, que abolió por completo la pena capital para los actos homicidas.
A partir de 1998, con la aprobación de la Ley de Derechos Humanos, la pena de muerte ha sido completamente abolida en Gran Bretaña para cualquier delito, ya sea cometido por civiles o miembros de las fuerzas armadas.