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Básicamente, un sedante es una sustancia que deprime el sistema nervioso central produciendo tranquilidad, relajación, somnolencia, habla irregular, falta de juicio, etc. Si se consumen en dosis elevadas o se abusa de ellas, pueden provocar pérdida del conocimiento y en casos agudos incluso la muerte. Los médicos y enfermeras dirigen sedantes regularmente a los pacientes en un esfuerzo por reducir la ansiedad del paciente. Aunque los sedantes no reducen el dolor por sí mismos, pueden ser un complemento útil de los analgésicos para preparar al paciente para la cirugía.
Por lo general, todos los sedantes pueden provocar dependencia fisiológica y psicológica cuando se consumen de forma habitual. Cuando los usuarios dependientes de repente reducen o detienen la ingesta de sedantes, pueden enfrentar síntomas de abstinencia que varían desde inquietud hasta insomnio.