La prueba ALT detecta una lesión hepática.
Un médico generalmente solicita una prueba de ALT (y varias otras) para evaluar a un paciente que tiene síntomas de un trastorno hepático. Algunos de estos síntomas incluyen ictericia, orina oscura, náuseas, vómitos, hinchazón abdominal, aumento de peso inusual y dolor abdominal. También se puede solicitar ALT, ya sea solo o con otras pruebas, para:
- personas que tienen antecedentes de exposición conocida o posible al virus de la hepatitis
- los que beben demasiado alcohol,
- individuos cuyas familias tienen antecedentes de enfermedades de la flotación, o
- personas que toman medicamentos que ocasionalmente pueden dañar el hígado.
En personas con síntomas leves, como fatiga o pérdida de energía, se puede probar la ALT para asegurarse de que no tengan una enfermedad hepática crónica. La ALT se usa a menudo para monitorear el tratamiento de personas que tienen enfermedad hepática, para ver si el tratamiento está funcionando, y puede solicitarse por sí solo o junto con otras pruebas.