Teresa
Los estímulos externos son el plural de estímulo, que significa pronto. Lo que impulsa a un remitente a transmitir su mensaje es su estímulo. Los estímulos externos pueden ser una carta, memorando, nota, correo electrónico, fax, télex, llamada telefónica, una reunión o incluso una conversación informal. La respuesta a este estímulo o ayuda puede ser oral o escrita según la situación.
Los estímulos internos tienen una influencia muy compleja sobre cómo una persona, emisor o receptor, traduce ideas en un mensaje. Cuando una persona codifica, su propia visión del mundo afecta las elecciones que hace en el lenguaje. Su forma de comunicación está influenciada por sus actitudes, opiniones, emociones, experiencias pasadas, gustos y disgustos, situación laboral, educación y confianza en las habilidades de comunicación. El más importante es su capacidad para analizar la cultura, las necesidades, las habilidades, los puntos de vista, las experiencias, las expectativas y la capacidad mental de su receptor. Para que la comunicación sea eficaz, se deben considerar todos estos aspectos del contexto.
El mensaje es la idea o sentimiento que el emisor quiere transmitir al receptor para lograr la comprensión. Establece una conexión entre el remitente y el receptor del mensaje. Ningún mensaje puede lograr su propósito a menos que tenga unidad de pensamiento, consistencia en la expresión y énfasis en el punto principal. El mensaje puede ser verbal o escrito. En primer lugar, el remitente debe tener muy claro su mensaje y todos los contenidos importantes que contiene. El mensaje debe ser muy claro para que el receptor lo entienda. El remitente también debe diseñar su mensaje a la vista del receptor. Debe planificar el mensaje con cuidado para que algunos detalles irrelevantes no se filtren en el mensaje.