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Las parteras deben seguir pautas de salud y seguridad muy estrictas y estrictas, ya que están expuestas a una variedad de riesgos y también tratan con los recién nacidos que tienen el mayor riesgo de infecciones y enfermedades si las condiciones no se esterilizan.
La creciente tasa de prevalencia del VIH entre las mujeres embarazadas (Grupo Directivo de Encuestas Anónimas No Vinculadas, 1998) sirve como advertencia para las parteras sobre la necesidad de protegerse contra las infecciones ocupacionales.
Las parteras que trabajan en áreas de alta prevalencia, como Londres, corren un riesgo especial. El Departamento de Salud (DoH) ha elaborado recientemente pautas para los trabajadores de la salud en relación con los virus transmitidos por la sangre. Estas pautas incluyen recomendaciones que permitirán a las parteras reducir al mínimo su riesgo de infección ocupacional mediante el uso de estrategias de reducción de riesgos en la práctica y la profilaxis posexposición (PEP).
Las parteras del Reino Unido se someten a la formación más rigurosa y completa del mundo. Una vez calificadas, las parteras son responsables de su práctica y están sujetas a un sistema profundo de escrutinio de la práctica. Cada partera tiene aportaciones de supervisión periódicas que garantizan que las habilidades se actualicen,
Muchos cursos de formación para parteras están registrados en la Comisión de Calidad de la Atención (CQC); esto significa una inspección regular para verificar el cumplimiento de las normas de salud y seguridad, higiene, control de incendios e infecciones. Todas estas salvaguardias son esenciales, ya que protegen los intereses de todas las mujeres a las que atienden y de todas las parteras que trabajan en dicho centro.