Almiar
Los tarahumaras tienen puntos de vista peculiares sobre el matrimonio y la moral. Si dos jóvenes desarrollan una atracción por el otro, se organiza una celebración. Asisten la pareja, sus padres y el siríame, o gobernador local, que efectúa el matrimonio. Muy raramente los tarahumaras van a una ciudad a legalizar su matrimonio en una oficina civil.
Las parejas unidas de esta manera viven juntas todo el tiempo que deseen. Si los individuos ya no desean permanecer con sus parejas, se separan. Al encontrarse con otra persona del sexo opuesto que sea atractivo, pueden volver a unirse. En cuanto a los delitos sexuales, si un tarahumaran viola a una niña, debe pagar una dote al padre de la niña. En tal caso, el padre fija el precio.
Esta tribu reconoce la autoridad de los gobiernos federal y estatal de México. Sin embargo, además de estos, tienen su propia administración local, que combina características jesuitas prehispánicas y coloniales.
Cada pueblo tiene una asamblea compuesta por vecinos del pueblo. El siríame preside este encuentro y es asistido por autoridades menores. La asamblea se reúne todos los domingos para escuchar y resolver problemas de la comunidad. Como símbolo de autoridad, el siríame lleva un bastón sagrado conocido como disora.