Cuando el martillo golpea el clavo y no el pulgar.
Cuando una mariposa da vueltas a mi alrededor y parece que no quiere irse.
Cuando la cara de un niño se ilumina después de haberle soplado una frambuesa a la espalda de su madre.
Cuando me despierto justo antes de que suene el despertador y no tengo que soportar ese ruido alarmante.
Cuando los niños pequeños se ríen a carcajadas.
Subir a mi coche y descubrir que tengo mucha más gasolina de la que pensaba.
Recibir una tarjeta por correo.
Un acto de bondad.
Volver a casa un viernes a una casa limpia.
Cuando mis hijos o mis animales me encantan.
Cuando mi perro salta a mi lado y se asegura de que se caiga parcialmente sobre mí cuando se acuesta.
Sé que es cosa de manadas, pero me encanta.
Amo cuando mi perro Skully suspira.
Me encanta cuando mi otra perra, Arabella, se acurruca en el hueco detrás de mis rodillas cuando me acuesto en el sofá.
Amo el sol en mi cara en un día frío. Bueno, en realidad cualquier día, pero más en un día frío.