Se requieren condiciones especiales para que los organismos se conserven y se formen fósiles, como un entierro rápido en sedimentos, bajos niveles de energía en el entorno en el que murió el organismo (los entornos de alta energía producen muchos fragmentos fósiles a medida que el organismo se descompone), y bajos niveles de oxígeno en el medio ambiente cuando el organismo muere (la presencia de oxígeno favorece la degradación del organismo debido a la descomposición bacteriana).
Además, los movimientos de la Tierra debido a la tectónica y otros procesos como el metamorfismo significan que muchos de los fósiles se destruyen, ya que la roca en la que se formaron se calienta y se comprime a medida que se acumula más sedimento en la parte superior.