>> Puede ser popular definir a Jesús como "radical", "conservador", incluso "fundamentalista". Pero Jesús estaba realmente equilibrado, perfectamente.
Estaba tranquilo y razonable. Mostró paciencia y resistencia, junto con respeto por la autoridad. Se negó a dedicarse a la política y expresó una intensa ira al ver el comercialismo, llevado a cabo en medio de la actividad espiritual.
No. Jesús y sus discípulos fueron leales y neutrales. En lugar de participar en la política de su época, Jesús se centró en predicar sobre el Reino de Dios, el futuro gobierno celestial del que él era el futuro Rey. (Daniel 7:13, 14; Lucas 4:43; 17:20, 21.) Así, cuando Jesús pudo decir ante el gobernador romano Poncio Pilato: "Mi reino no es parte de este mundo". (Juan 18:36.) Sus fieles seguidores imitan su ejemplo al dar su lealtad a Cristo y su Reino y al anunciar ese Reino al mundo. (Mateo 24:14) “Por tanto, somos embajadores en sustitución de Cristo”, escribió el apóstol Pablo. “Como sustitutos de Cristo rogamos: 'Reconcíliate con Dios'” (2 Corintios 5:20).