El refrigerador se ha convertido en una tecnología incondicional que definió la noción del sueño americano y ha pasado de ser un símbolo de lujo, logros y futuro, a la entidad omnipresente en todas las cocinas occidentales. A pesar de su protagonismo en el hogar, pocas personas conocen los orígenes de esta máquina que se sienta humildemente en un rincón, conservando los alimentos y disminuyendo así las enfermedades transmitidas por los bienes estropeados.
Antes de que existieran los refrigeradores, los productos alimenticios se mantenían fríos principalmente por naturaleza, por ejemplo, dejando las bebidas afuera en la nieve para conservarlas, o en cuartos frescos en el centro de las casas, sin ventanas llamadas despensas. El principio aquí era usar una losa de mármol gruesa que se mantendría lo suficientemente fría como para mantener la carne, el queso y otros productos perecederos, durante más tiempo del que sobrevivirían sin ellos.
El refrigerador, comúnmente conocido como el 'refrigerador' ha pasado por muchos cambios conceptuales y de diseño durante su larga existencia, que comienza a mediados del siglo XIX, sin embargo, la patente de los refrigeradores que reconocemos hoy se solicitó en 1897 y concedida en 1899, fue Albert T Marshall quien solicitó y se le concedió esta patente.