Connor
Una rana joven llegó corriendo hacia su padre presa del pánico. "Padre", graznó, "¡acabo de ver un monstruo! Era enorme, con cuernos afilados". Su padre explicó que el "monstruo" era solo un buey. Sin embargo, la rana joven continuó maravillándose del enorme tamaño del buey, hasta que su padre comenzó a sentir envidia. "¿Era tan grande como esto?" —preguntó y empezó a inhalar para hincharse. "Oh, mucho más grande", respondió su hijo. El padre rana comenzó a hincharse cada vez más, deteniéndose de vez en cuando para preguntarle a su hijo si el buey era tan grande como este. Cada vez la respuesta fue la misma. El padre rana siguió hinchándose e hinchándose, ignorando su malestar, hasta que finalmente explotó. La moraleja de la fábula es que el orgullo a menudo conduce al desastre.