Fidel
Muchos síntomas diferentes pueden acompañar a una crisis nerviosa. Entre estos se encuentra la fatiga, no relacionada con ningún esfuerzo físico; una sensación de cansancio que puede variar de vago a tan intenso que le impide realizar cualquier trabajo. La inquietud, el insomnio y la indigestión nerviosa son otros síntomas comunes, al igual que la pérdida de apetito, los dolores de cabeza y el estreñimiento. Un ataque de nervios puede ir acompañado de latidos cardíacos irregulares o palpitaciones del corazón, episodios de mareos o visión borrosa, erupciones cutáneas, sudoración excesiva, dolores musculares y sensación de hormigueo en manos y pies. De hecho, prácticamente todos los males físicos pueden simularse mediante un ataque de nervios.
Lo más probable es que los síntomas mentales y emocionales también se manifiesten. Puede haber incapacidad para tomar decisiones o para conocer gente cómodamente. Los casos extremos están marcados por el llanto, el pánico o la histeria cercana. Puede haber miedo o aprensión excesivos sin razón aparente, depresión mental severa, deseo de morir e incluso tendencias suicidas.