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Esta legendaria maldición comenzó con Pelops, fundador de la Casa de Atreo en el Peloponeso y padre de Atreo. Pelops enfureció a Hermes, mensajero de los dioses griegos, al matar al hijo de Hermes. Hermes maldijo a la familia, y los efectos de esto se sintieron en la siguiente generación. Los hijos de Pelops se peleaban sin cesar por la propiedad y las esposas; dos de ellos, Atreo y Thyestes, lucharon con especial amargura y Thyestes fue exiliado. Más tarde, Atreo fingió reconciliarse con su hermano y lo invitó a un banquete. Allí le sirvieron una cena; después de que Thyestes terminó de comer, Atreo le dijo que la carne era en realidad de sus propios hijos muertos. Se dijo que el sol se detuvo en el cielo horrorizado ante este hecho.
La maldición continuó durante dos generaciones más, con el hijo superviviente de Thyestes ayudando a matar al hijo de Atreo, Agamenón. Al final, la enemistad tuvo que ser detenida por la intervención divina.