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La primera distinción que se debe hacer es entre una deuda interna y una deuda externa. Una nación tiene una deuda interna con sus propios ciudadanos. Muchos argumentan que una deuda interna no representa una carga porque nos lo debemos todo a nosotros mismos. Si bien esta declaración está muy simplificada, representa una visión genuina. Si cada ciudadano debiera $ 10,000 en bonos del gobierno y fuera responsable de los impuestos para pagar solo esa deuda, no tendría sentido pensar en la deuda como una pesada carga de piedras que cada ciudadano debe cargar. La gente simplemente se debe a sí misma.
Una nación de extranjeros tiene una deuda externa. Esta deuda implica una sustracción neta de los recursos disponibles para las personas en la nación deudora. En la década de 1980, muchas naciones experimentaron dificultades económicas después de haber incurrido en grandes deudas externas. Se vieron obligados a exportar más de lo que importaban para generar superávits comerciales con el fin de pagar sus deudas externas, es decir, para pagar los intereses y el capital de sus préstamos pasados. Países como Brasil y México deben reservar entre un cuarto y un tercio de sus ingresos por exportaciones para pagar sus deudas externas. La carga del servicio de la deuda sobre una deuda externa representa una deducción en las posibilidades de consumo de una nación.